Prefiero a Cristo, porque aunque la luz del sol se oscurezca y no brille más, la luz de él nunca se apagará.
Prefiero a Cristo, porque aunque haya tormenta y vientos fuertes, él es mi roca firme en quien puedo confiar…
Prefiero a Cristo, porque aunque me sienta débil y crea desmayar, su mano me sostiene y me ayuda a levantar…
Prefiero a Cristo, porque aunque todos mis amigos me abandonen y mi familia me de la espalda, en él hay amor, refugio y morada…
Prefiero a Cristo, porque aunque mi cuerpo este enfermo, en el encuentro sanidad…
Prefiero a Cristo, porque aunque me encuentre en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque él estará conmigo…
Prefiero a Cristo, porque aunque no tenga nada que comer, su palabra me dice, que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios…
Prefiero a Cristo, porque me ha dado vida eterna y salvación…
“Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” 1Juan5:4
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