miércoles, 1 de mayo de 2013

Superación personal






TRES PASOS PARA LA SUPERACIÓN PLENA
Las Verdades del Amor existen desde siempre. Son parte de la creación divina.
Para CRECER verdaderamente es imprescindible que te pongas en contacto con ellas. Búscalas en los buenos libros de superación personal, en la Biblia, en conferencias sobre el éxito, en homilías, en tratados de moral, en consejos de amigos, en poesías, en canciones. Las Verdades del Amor están a tu alcance y debes empaparte de ellas. Con su ayuda irás descubriendo una poderosísima energía interior que hay dentro de ti y que hasta ahora desconoces. Una energía con la que lograrás la realización diaria y la felicidad.
Las formas en las que las "verdades" se nos dan son extraordinariamente variadas, bien que por lo mismo existe el gran peligro de quedar inmune a ellas. Casi cualquier persona ha escuchado muchas a lo largo de su vida y eso les hace suponer que lo saben todo. Por eso es tan difícil aconsejar a un adulto y por eso las personas adultas se superan con tan vergonzosa lentitud (en comparación con la celeridad con la que los jóvenes se superan).
Todo lo que digas a la mayoría de los adultos respecto a cómo mejorar, son sentencias que de una u otra forma ya conocen; pero no es suficiente con manejar los conceptos o recitarlos como predicador; hay hombres que atesoran toda la sabiduría del éxito y sin embargo son unos perfectos fracasados.
Así pues, es imprescindible leer mucho, documentarse ávidamente y, al hacerlo, seguir cuidadosamente tres pasos para que todas las leyes leídas funcionen:
Primer paso: Doblega Tu Orgullo
imagina que estás al borde de una montaña, justo en el punto en que si das un paso más caerás al precipicio. Te detienes y miras. Frente a ti, cerca pero inalcanzable, se halla otro monte con verdes prados; puedes verlo perfectamente, pero no puedes cruzar. Necesitas un puen­te. Exactamente así está la gente que presume de poseer sabiduría, pero que es desdichada. Conoce y es capaz de mencionar los secretos para triunfar, pero no puede vivir­los. Se halla al borde del precipicio y aunque vislumbra la montaña de la superación con toda claridad, ésta forma parte de su entendimiento pero no de su vida. Le falta un puente para poder cruzar hacia ella: EL PUENTE DE LA HUMILDAD.
Cuando escuches consejos de amor reconócete imper­fecto; por más que te quieras a ti mismo, date cuenta que aún te falta mucho por aprender y que incluso un niño puede enseñarte si eres receptivo. Sensibilízate y deja a un lado el orgullo y la vanidad. No pierdas el tiempo murmurando sobre las apariencias. Evita a toda costa distraerte haciendo críticas insanas con relación al aspec­to o voz del orador en una conferencia; no te recrees inútilmente buscando errores al estilo de un escritor; no te burles de las expresiones confusas; no censures los defectos del maestro. Sé humilde y permanece atento para que seas capaz de traspasar la densa niebla de las apariencias y recibas el chispazo de la luz que se te dará. Tu vanagloria puede impedirte entender hasta las verda­des más evidentes. No seas como los necios que se creen superiores al que está narrando una historia sólo porque ya la han oído antes y se adelantan ufanos contando el final.
Exclúyete y aprende.
Nunca pienses "es obvio", "eso yo ya lo sabía", "no es nada nuevo para mí", "tanto llegar para algo tan conoci­do". Los adultos estancados repiten estas frases con fre­cuencia. No basta con saber las cosas, hay que vivirlas.
El que abre su mente, es sencillo de corazón y guarda silencio dispuesto a aprender, consigue asimilar lo que el ufano sólo consigue oír. No hay otro primer paso hacia la grandeza: doblega tu orgullo.
Al hacerlo comenzarás a cruzar el puente de la humil­dad y entonces ocurrirá en ti el fenómeno ineludible: te sensibilizarás y conmoverás. Inclusive llorarás. Cuando el orgulloso logra quebrantar su ego, se emociona y con lágrimas en los ojos reconoce: ¡Realmente es grande y poderoso esto que escucho; yo lo sabía pero nunca lo había meditado tan a fondo! Y sólo entonces empieza a crecer.
Segundo paso: Persevera En Soledad
¿Qué hay del otro lado del puente de la humildad? ¿Qué ocurre en la mente humana después de que lo cruza, se conmueve y llora?
Se pisa un prado en el que podemos vivir en carne propia los conceptos de superación y nos inundan enor­mes deseos de cambiar. Anhelamos ser mejores, hacemos planes, nos abrasa la llama de la automotivación y nada más. Casi siempre hasta ahí llegamos para después de unos días regresar por el mismo puente rumbo a la mediocridad de antes, sólo que ahora creyendo tener la experiencia y la sapiencia de palabras hermosas, aunque inútiles.
Lo anterior nos ocurre al volver a las actividades y problemas diarios después de un retiro espiritual, una conferencia, o la lectura de un libro que nos hizo reflexio­nar.
Es un fenómeno del hombre ordinario: siempre olvida sus propósitos y vuelve a ser como antes.
Si quieres superarte, debes tener la precaución de no regresar.
Una vez que aprendas algo y te propongas aplicarlo, hay que dar el segundo paso: Luchar en soledad para interpretar a tu modo los conceptos.
La filosofía del éxito es como un perfume que no puede olerse hasta que lo combinas con tu propia esencia. No aceptes sin pensar las cosas que se te digan porque sería igual que si no se te hubieran dicho. Sólo cuando diluci­des a tu manera las teorías de otros las convertirás en tu verdad.
Al llegar a este punto debes entablar largas pláticas a puerta cerrada contigo mismo; debes orar, meditar, rela­jarte, hacer que los conceptos penetren en ti, llegando a tus propias conclusiones, poniéndote de acuerdo contigo y nada más que contigo de la manera en que aplicarás en tu vida lo aprendido. Esta práctica en soledad es imprescindible y debe ser constante, debe volverse un hábito. Sólo en ella el concepto de "Dios" deja sus matices mitológicas para brindarte alternativas de realidad.
Hay mucha gente que le teme a la soledad, que apenas se ve apartada enciende la televisión o llama a algún amigo por teléfono; es gente que nunca deja el fango de la mediocridad. Aprende a encontrarte contigo mismo para disfrutar de tu propia compañía. Sólo así asimilarás la sabiduría que te llevará a la cima.
Tercer paso: Da Testimonio De Tus Conclusiones
Una vez que hayas permanecido en el valle de la meditación a solas, deberás compartir tus conclusiones con la gente. No tengas miedo de decir algo que ya se ha dicho. Tu manera de comunicarte puede ser, para mu­chos, más poderosa y reveladora que las que conocieron anteriormente. Dios puede usar tu estilo único de expre­sarte para salvar alguna vida perdida. Así que habla, escribe, dicta cursos, da consejos, conviértete en pregonero del amor que has logrado asimilar y vivir en soledad.
Sólo cuídate de no volverte un charlatán o un presumido  No te ufanes de tus conocimientos, no enseñes con altivez. Para hablar debes practicar constantemente la humildad de espíritu y la meditación en soledad. Si así lo haces, aconseja sin miedo. No importa que aún no hayas comprobado la eficacia de tus teorías, porque nunca lo lograrás hasta que las compartas. Hay gente muy profunda que no dice cuanto sabe porque espera que sus secretos la transformen primero en alguien superior. Pero eso nunca ocurrirá. Para que las verdades del amor transformen a una persona debe cerrarse el círculo de compartirlas  Es una especie de broche de oro que sólo muestra su brillo cuando se exteriorizan los nobles ideales. Es una ley infalible: los escritores de superación, los psicólogos, los laicos y hasta los sacerdotes mismos sólo empiezan a vivir plenamente las ideas en las que creen hasta que se comprometen con ellas al divulgarlas.
Los grandes tesoros que no se comparten se vuelven agua estancada que en poco tiempo se descompone y hace daño a quien la tiene.
Es importante recordar que para lograr el éxito en la vida se requiere, primeramente, ponerse en contacto con los conceptos del amor, y una vez frente a ellos seguir tres simples pasos:
l.-La humildad de corazón.
2.-La meditación en soledad.
3.-E1 testimonio de tus conclusiones.
No puede faltar ninguno de los elementos.
Ahora ya lo sabes. El camino hacia el éxito está a tu alcance. Sólo falta que lo transites.
         

libro: un grito desesperado del autor  CARLOS CUAUHTÉMOC SÁNCHEZ 

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Un día un hombre  tomo la decisión de emprender su propio negocio. Desde pequeño su sueño fue tener una cafetería, pero no cualquiera...